Este documento se centra en la Comisión Regional de Competitividad e Innovación (CRCI), un espacio clave creado en 2002 tras un estudio de Michel Porter para elaborar visiones de largo plazo. Durante su primer periodo (2002-2016), la Comisión brilló: con el liderazgo de la Cámara de Comercio de Bogotá (CCB) y una fuerte articulación público-privada, logró formular planes estratégicos que se integraron en las agendas de los alcaldes y gobernadores. La Comisión fue un faro que orientó el desarrollo económico local con un enfoque de largo plazo y estrategias transversales o “horizontales”.
Sin embargo, a partir de 2016, la dinámica cambió drásticamente, marcando un periodo de pérdida de influencia y desconexión política. La CCB adoptó un enfoque más empresarial y de proyectos sectoriales (“verticales”), y el Gobierno nacional redefinió el rol de las comisiones hacia la gestión operativa de recursos (regalías), alejándolas de la planeación estratégica. Como resultado, la Comisión fue vista como un ente administrativo y perdió relevancia para los políticos locales, diluyéndose en un escenario de fragmentación de la gobernanza económica.
Este análisis es fundamental para entender cómo las alianzas público-privadas contribuyen al desarrollo y, sobre todo, para debatir la necesidad urgente de repensar nuestro modelo actual de gobernanza para una región más próspera.

