El cálculo del indicador general para la ciudad en 2021 dejó como resultado un avance frente al 2020, pasando de 4,9 a 5,2 en una escala de 1 a 10. Este avance se dio en el marco del proceso de reactivación de la ciudad lo que impuso mayores desafíos a la gestión de la seguridad, como quedó demostrado a lo largo del año observado por cuenta de factores disruptivos y desencadenantes de crisis sostenidas de seguridad.
Las localidades con vocación residencial y población con arraigo territorial y arraigo poblacional obtuvieron mejores calificaciones en el Índice que aquellas con dinámicas robustas de movilidad poblacional, activación del espacio pública segmentada por rangos horarios, actividades industriales y vida nocturna.
La territorialización del Índice de seguridad en 2021 confirma la necesidad de avanzar en el diseño e implementación de estrategias de seguridad focalizadas. El reconocimiento de vocaciones y características territoriales diferenciadas aportará a la construcción de una mayor sensación de seguridad y al debilitamiento de los factores integradores de organizaciones criminales.