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TransMilenio, en crisis por la inseguridad y los colados: ¿cómo se puede salvar?

POR:
El Tiempo

La muerte de Juan Esteban Alzate, de 15 años de edad, luego de ser humillado y de recibir dos puñaladas en el pecho dentro de un bus de TransMilenio, volvió a poner de presente la crisis de seguridad que se vive en el sistema de transporte que ha sido el pilar de la movilidad de Bogotá durante más de 20 años.

Aunque el homicidio del menor ha sido el único reportado dentro de uno de estos buses este año, lo cierto es que ese caso que indignó a los bogotanos es la punta del iceberg de los problemas que han rodeado al sistema de transporte masivo entre 2021 y lo que va de 2022 y han deteriorado la percepción de los ciudadanos.

Cifras reveladas por la Secretaría de Seguridad de Bogotá, indican que entre septiembre del año pasado y este se ha visto un crecimiento del 60 por ciento de los hurtos a personas dentro de todos los componentes del sistema, mientras que el de los robos dentro de los buses es aún más alarmante: creció 107 por ciento en los últimos 11 meses.

El secretario de Seguridad, Aníbal Fernández de Soto, considera que “la ciudadanía puede contar con que desde el Distrito y la Policía Metropolitana se garantizará la seguridad y que hay constante monitoreo y reforzamiento de las estrategias”.

César Restrepo, director de Seguridad Ciudadana de ProBogotá, señaló que uno de los grandes problemas es que la seguridad y las acciones están enfocadas en “cuidar el punto y no el entorno”. Para el experto, es necesario que la seguridad se refuerce entre los 200 y los 300 metros a la redonda de estaciones y portales.

“Hay que superar la visión de cuidar el punto, lo que hay que cuidar es el entorno. Hoy, después de que el delincuente sale del sistema, nadie puede perseguirlo. Tener una vigilancia que no sea de punto sino de área genera mayor efectividad en el cuidado”, explicó como una de las respuestas a la crisis de TransMilenio.

 

Algunos factores

Pero ¿cuáles son los factores que estarían alimentando el aumento de los casos delictivos dentro de estaciones y buses articulados? Según expertos consultados por este diario, uno de los motivos de la inseguridad en TransMilenio es la falta de control en el uso que le dan los viajeros al sistema. Por ejemplo, recientemente se conoció un caso de una familia que decidió hacer un trasteo en un bus articulado, cuando la finalidad de este sistema de transporte masivo no es la carga de elementos de gran peso y tamaño, sino el transporte de personas.

Y es que si se revisan las cifras de lesiones personales dentro del sistema se puede ver que, durante el último año, crecieron 26 por ciento, y puntualmente en los buses crecieron alrededor del 23 por ciento. Al respecto, Ómar Oróstegui, director de Futuros Urbanos, dijo que el comportamiento ciudadano en TransMilenio refleja un fenómeno de violencia en la sociedad ante la dificultad de resolver las diferencias de manera pacífica.

Según Oróstegui, esta situación se exacerbó en los últimos dos años por efectos de la pandemia, que golpeó con severidad la salud mental de los bogotanos, y por el vandalismo del que ha sido blanco el sistema. De hecho, según cifras de una empresa operadora, hasta el 5 de septiembre se habían registrado 723 casos de ataques contra buses y estaciones.

Un dato: ni los operarios de bus (conductores) se han salvado de las agresiones y los casos de intolerancia. Según las cifras reveladas por la Policía de TransMilenio, con corte al 30 de septiembre pasado, se habían reportado 2.170 casos de agresiones. El 20 por ciento de estos casos fueron físicos.

Un agravante de la inseguridad es el porte de armas en el sistema. La Policía Metropolitana reportó hace unos días que este año han sido incautadas 3.481 armas, entre traumáticas, cortopunzantes, contundentes y de fuego.

(Lea también: En TransMilenio y Sitp se han capturado 326 personas este año)

Ahora, los colados son otro aspecto clave que está atizando las dificultades del sistema. Según los cálculos de la misma empresa TransMilenio S. A., de los 2 millones de pasajeros que al día circulan en los diferentes componentes, el 29,66 por ciento son evasores del pasaje y, la Secretaría de Seguridad afirmó que, a la fecha, se han impuesto 55.076 comparendos por lo mismo. Hecho que se evidencia en estaciones como Molinos, Socorro, en Bogotá, y San Matero, en Soacha, donde las autoridades han desplegado fuertes operativos contra el fenómeno. (Le puede interesar: Con mordiscos, dos mujeres pelearon en un bus de TransMilenio) Las riñas provocadas por intolerancia también se han vuelto un dolor de cabeza. Tan solo en la última semana se registraron dos hechos: en el primero, una mujer golpeó a otra para quitarla de una de las sillas, y en el segundo, dos mujeres se propinaron varios mordiscos y golpes tras sentir que se estaban invadiendo mutuamente el espacio vital.

La respuesta es sí. Los expertos consultados por EL TIEMPO coincidieron en que hay una serie de acciones y estrategias que se podrían implementar para frenar la ola de inseguridad y anomalías en el sistema.

Aunque Juan Pablo Bocarejo, exsecretario de Movilidad de Bogotá, señaló que la situación es “muy crítica” y resumió las posibles soluciones en cuatro puntos claves: asignar un jefe de estación en cada una de las estaciones, comunicar de manera efectiva a los usuarios que están siendo vigilados y grabados, establecer un sistema de patrullaje permanente y revisiones aleatorias de las tarjetas de pago.

Finalmente, Bocarejo dice que hay que implementar comisarías móviles que faciliten la judicialización inmediata de los capturados.

En esa misma línea, César Restrepo también plantea soluciones. Sin embargo, él ubicó el foco de la situación en un aspecto de infraestructura. “TransMilenio tiene problemas de diseño e infraestructura. No tiene barreras de acceso”.

Por eso, el director de Seguridad Ciudadana de ProBogotá sostuvo que hay que instalar más cámaras en los entornos del sistema, disponer de más accesos exclusivos, no entregar sectores aledaños deteriorados, sino ocupados por negocios y rodeados por un sistema de seguimiento y vigilancia a la redonda para que el delincuente tenga más complicado moverse. “El urbanismo de hoy hay que pensarlo en clave de seguridad”, puntualizó Restrepo.

Pero también hay otros estudiosos de la seguridad que ven en el problema falencias logísticas, como Andrés Nieto, exsubsecretario de Seguridad de Bogotá, quien afirmó que hay que hacer modificaciones en las rutas y frecuencias de los buses. “Las frecuencias y las rutas tienen que organizarse de tal manera que las personas no tengan que esperar tanto tiempo en una estación o dentro de un bus. Ese tiempo extra que la persona dura dentro del sistema es el espacio perfecto para que el ladrón pueda actuar”.

(Lea: Vuelven a captar en video robo de partes de una estación de TransMilenio)

Pero advierte que ninguna de las estrategias es sostenible en el tiempo si no hay una ruta clara para desescalar los conflictos urbanos y lograr un desarme ciudadano efectivo. Además, denota la importancia de la articulación entre todas las autoridades de la ciudad.

 

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La muerte de Juan Esteban Alzate, de 15 años de edad, luego de ser humillado y de recibir dos puñaladas en el pecho dentro de un bus de TransMilenio, volvió a poner de presente la crisis de seguridad que se vive en el sistema de transporte que ha sido el pilar de la movilidad de Bogotá durante más de 20 años.

Aunque el homicidio del menor ha sido el único reportado dentro de uno de estos buses este año, lo cierto es que ese caso que indignó a los bogotanos es la punta del iceberg de los problemas que han rodeado al sistema de transporte masivo entre 2021 y lo que va de 2022 y han deteriorado la percepción de los ciudadanos.

Cifras reveladas por la Secretaría de Seguridad de Bogotá, indican que entre septiembre del año pasado y este se ha visto un crecimiento del 60 por ciento de los hurtos a personas dentro de todos los componentes del sistema, mientras que el de los robos dentro de los buses es aún más alarmante: creció 107 por ciento en los últimos 11 meses.

El secretario de Seguridad, Aníbal Fernández de Soto, considera que “la ciudadanía puede contar con que desde el Distrito y la Policía Metropolitana se garantizará la seguridad y que hay constante monitoreo y reforzamiento de las estrategias”.

César Restrepo, director de Seguridad Ciudadana de ProBogotá, señaló que uno de los grandes problemas es que la seguridad y las acciones están enfocadas en “cuidar el punto y no el entorno”. Para el experto, es necesario que la seguridad se refuerce entre los 200 y los 300 metros a la redonda de estaciones y portales.

“Hay que superar la visión de cuidar el punto, lo que hay que cuidar es el entorno. Hoy, después de que el delincuente sale del sistema, nadie puede perseguirlo. Tener una vigilancia que no sea de punto sino de área genera mayor efectividad en el cuidado”, explicó como una de las respuestas a la crisis de TransMilenio.

 

Algunos factores

Pero ¿cuáles son los factores que estarían alimentando el aumento de los casos delictivos dentro de estaciones y buses articulados? Según expertos consultados por este diario, uno de los motivos de la inseguridad en TransMilenio es la falta de control en el uso que le dan los viajeros al sistema. Por ejemplo, recientemente se conoció un caso de una familia que decidió hacer un trasteo en un bus articulado, cuando la finalidad de este sistema de transporte masivo no es la carga de elementos de gran peso y tamaño, sino el transporte de personas.

Y es que si se revisan las cifras de lesiones personales dentro del sistema se puede ver que, durante el último año, crecieron 26 por ciento, y puntualmente en los buses crecieron alrededor del 23 por ciento. Al respecto, Ómar Oróstegui, director de Futuros Urbanos, dijo que el comportamiento ciudadano en TransMilenio refleja un fenómeno de violencia en la sociedad ante la dificultad de resolver las diferencias de manera pacífica.

Según Oróstegui, esta situación se exacerbó en los últimos dos años por efectos de la pandemia, que golpeó con severidad la salud mental de los bogotanos, y por el vandalismo del que ha sido blanco el sistema. De hecho, según cifras de una empresa operadora, hasta el 5 de septiembre se habían registrado 723 casos de ataques contra buses y estaciones.

Un dato: ni los operarios de bus (conductores) se han salvado de las agresiones y los casos de intolerancia. Según las cifras reveladas por la Policía de TransMilenio, con corte al 30 de septiembre pasado, se habían reportado 2.170 casos de agresiones. El 20 por ciento de estos casos fueron físicos.

Un agravante de la inseguridad es el porte de armas en el sistema. La Policía Metropolitana reportó hace unos días que este año han sido incautadas 3.481 armas, entre traumáticas, cortopunzantes, contundentes y de fuego.

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Ahora, los colados son otro aspecto clave que está atizando las dificultades del sistema. Según los cálculos de la misma empresa TransMilenio S. A., de los 2 millones de pasajeros que al día circulan en los diferentes componentes, el 29,66 por ciento son evasores del pasaje y, la Secretaría de Seguridad afirmó que, a la fecha, se han impuesto 55.076 comparendos por lo mismo. Hecho que se evidencia en estaciones como Molinos, Socorro, en Bogotá, y San Matero, en Soacha, donde las autoridades han desplegado fuertes operativos contra el fenómeno. (Le puede interesar: Con mordiscos, dos mujeres pelearon en un bus de TransMilenio) Las riñas provocadas por intolerancia también se han vuelto un dolor de cabeza. Tan solo en la última semana se registraron dos hechos: en el primero, una mujer golpeó a otra para quitarla de una de las sillas, y en el segundo, dos mujeres se propinaron varios mordiscos y golpes tras sentir que se estaban invadiendo mutuamente el espacio vital.

La respuesta es sí. Los expertos consultados por EL TIEMPO coincidieron en que hay una serie de acciones y estrategias que se podrían implementar para frenar la ola de inseguridad y anomalías en el sistema.

Aunque Juan Pablo Bocarejo, exsecretario de Movilidad de Bogotá, señaló que la situación es “muy crítica” y resumió las posibles soluciones en cuatro puntos claves: asignar un jefe de estación en cada una de las estaciones, comunicar de manera efectiva a los usuarios que están siendo vigilados y grabados, establecer un sistema de patrullaje permanente y revisiones aleatorias de las tarjetas de pago.

Finalmente, Bocarejo dice que hay que implementar comisarías móviles que faciliten la judicialización inmediata de los capturados.

En esa misma línea, César Restrepo también plantea soluciones. Sin embargo, él ubicó el foco de la situación en un aspecto de infraestructura. “TransMilenio tiene problemas de diseño e infraestructura. No tiene barreras de acceso”.

Por eso, el director de Seguridad Ciudadana de ProBogotá sostuvo que hay que instalar más cámaras en los entornos del sistema, disponer de más accesos exclusivos, no entregar sectores aledaños deteriorados, sino ocupados por negocios y rodeados por un sistema de seguimiento y vigilancia a la redonda para que el delincuente tenga más complicado moverse. “El urbanismo de hoy hay que pensarlo en clave de seguridad”, puntualizó Restrepo.

Pero también hay otros estudiosos de la seguridad que ven en el problema falencias logísticas, como Andrés Nieto, exsubsecretario de Seguridad de Bogotá, quien afirmó que hay que hacer modificaciones en las rutas y frecuencias de los buses. “Las frecuencias y las rutas tienen que organizarse de tal manera que las personas no tengan que esperar tanto tiempo en una estación o dentro de un bus. Ese tiempo extra que la persona dura dentro del sistema es el espacio perfecto para que el ladrón pueda actuar”.

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