La llegada de la Primera Línea del Metro de Bogotá (PLMB) no es solo una obra de infraestructura, ¡es la oportunidad de transformación más grande de la ciudad en años! Más allá de la discusión sobre la obra en sí, este proyecto le permite a Bogotá reorganizar su territorio, integrar diversos modos de transporte y, fundamentalmente, generar valor urbano para mejorar la calidad de vida en los barrios a lo largo de su corredor. El mercado inmobiliario ya ha reconocido este potencial, con un aumento en el precio del metro cuadrado y del valor del suelo en las áreas cercanas a las futuras estaciones, lo que confirma que estamos ante una ventana estratégica para orientar ese crecimiento hacia objetivos públicos.
Para aprovechar al máximo este potencial, el documento enfatiza la necesidad de implementar el Desarrollo Urbano Orientado al Transporte Masivo (DOT). Esta estrategia busca concentrar un desarrollo de uso mixto y alta densidad alrededor de las estaciones del metro, promoviendo la movilidad activa (caminar y bicicleta) y creando entornos urbanos más compactos y accesibles. De la mano del DOT, es crucial la Captura de Valor del Suelo, un mecanismo que permite financiar la infraestructura y generar recursos para mejoras urbanas, como espacio público de calidad, vivienda de interés social y prioritario (VIS/VIP). Es decir, se trata de lograr que la ganancia privada generada por la inversión pública se traduzca en beneficios equitativos para toda la ciudad.
El éxito del Metro requiere de una visión integral en tres escalas: ciudad, corredor y estación. A escala de ciudad, se necesita integrar la red de transporte masivo (Metro, TransMilenio, RegioTram) y articular los instrumentos de planificación urbana vigentes. A escala de corredor, se deben aprovechar los espacios bajo el viaducto para iluminación, paisajismo y usos comunitarios. Y a escala de estación, es fundamental fortalecer la integración modal con bicicletas y micromovilidad (ampliando el área de captación) y asegurar una gestión social que involucre a las comunidades, evitando la gentrificación y promoviendo una cultura ciudadana alrededor del sistema. En esencia, la coordinación interinstitucional y la transparencia son esenciales para convertir el Metro en un verdadero proyecto de ciudad que oriente el desarrollo urbano, fomente la inclusión social y beneficie a todos los bogotanos.

