La micromovilidad está transformando rápidamente la manera en que las personas se mueven en las ciudades, generando nuevos desafíos y oportunidades para la planeación del transporte. En Colombia, especialmente en Bogotá y Cundinamarca, se evidencia una tendencia hacia la movilidad activa y el uso de vehículos eléctricos livianos, persistiendo grandes retos en cuanto a planeación urbana, conectividad vial, seguridad y regulación.
La micromovilidad ha venido en aumento, impulsada también por la densidad de las ciudades y las pocas alternativas de transporte. En Bogotá, la amplia red de ciclo-infraestructura ha sido determinante para ese crecimiento, pero hoy es necesario pasar de la apuesta inicial centrada en la cantidad de kilómetros a enfocarse en la calidad, integración y accesibilidad, incluyendo conectores, intersecciones seguras, ciclo-parqueaderos, y la aplicación de lineamientos de diseño que reconozcan la coexistencia de distintos tipos de vehículos.
La micromovilidad es una oportunidad, no solo como alternativa de movilidad en sí misma, sino también para la alimentación del sistema de transporte público masivo.