La recuperación exitosa de la seguridad depende de una alineación precisa entre riesgos, estrategias y capacidades.
Por: César Andrés Restrepo Florez

Para lograr una gestión exitosa de la seguridad urbana es necesario el entendimiento en detalle del concepto de capacidades, uno de los más relevantes para que las promesas se conviertan en hechos concretos.
Una capacidad es la habilidad con la que los cuerpos de seguridad logran desarrollar tareas que les son asignadas bajo un conjunto de condiciones específicas, que buscan los mejores estándares de efectividad, legitimidad, legalidad y sostenibilidad.
En estas se integran herramientas que hacen posible ejecutar un plan operacional contra una amenaza, gestionar un riesgo o mitigar el impacto de un hecho crítico, bajo cinco componentes: doctrina, organización, material y equipos, personal e infraestructura (DOMPI).
Esta forma de entender las habilidades y herramientas permite verificar la comprensión de las autoridades de los desafíos de seguridad, evaluar la confiabilidad de los planes y estrategias, así como la factibilidad de las metas trazadas, ya que un DOMPI desequilibrado o desalineado aumenta la probabilidad de fracaso en la gestión.
Por eso, las capacidades son el quinto factor clave para analizar las propuestas de seguridad de los candidatos a la alcaldía.
Sin ser un paquete homogéneo de promesas, seis de los siete programas de los candidatos muestran coincidencias con pequeños matices. Una gran mayoría de estos promete resolver el déficit de personal, desplegar un gran esfuerzo en tecnología y sistemas de información y aumentar la oferta de justicia no formal – un par de ellos la formal –.
También mejorar los canales de relacionamiento con los ciudadanos, fortalecer la ciberseguridad y la seguridad rural, integrar a la seguridad pública con la privada, desarrollar infraestructura carcelaria, de seguridad y protección a víctimas. No obstante, solo uno incluye esfuerzos en atención de emergencias y desastres como parte de la seguridad urbana.
La apuesta de los candidatos para el fortalecimiento y desarrollo de capacidades apunta a mejorar el comando y control, la inteligencia contra el crimen y la investigación criminal, la prevención y el control, así como el soporte al cumplimiento de la misión en lo relativo a la seguridad.
Respecto a la justicia, la apuesta es ampliar la oferta de servicios y su jornada de atención con base en el incremento de inspectores, comisarios y otros actores de la justicia no formal, dispositivos itinerantes de atención, inversión en tecnologías de la información, modificaciones normativas y ampliación de la infraestructura.
Inversiones en dispositivos digitales y sistemas de información se proyectan como un esfuerzo en prevención y control para mejorar la convivencia disminuir riesgos y conflictos a través del conocimiento detallado del territorio, fortaleciendo la disuasión y generando datos para el desarrollo de programas territorializados de gestión social, del espacio público y de dinámicas territoriales.
En comando y control llaman la atención algunas propuestas difíciles de materializar como el incremento de lideres policiales -más generales y coroneles para la ciudad- y funcionarios judiciales, bien sea por sustracción de materia o por incapacidad del alcalde para disponer sobre recursos de otra rama del poder público.
De igual forma ocurre con intenciones de reorganización del dispositivo de seguridad en la ciudad, la creación de unidades operativas o el alcance de la escuela distrital de policía, todos esfuerzos que requieren de la validación y buena voluntad del Gobierno nacional.
También de la resolución previa del déficit de personal dedicado a la seguridad. Aunque hay numerosas propuestas al respecto, no se aprecia compromisos con orden de tiempo, magnitud y estructura sobre la integración y disposición de policiales, gestores y nuevos actores de la seguridad urbana.
En comando y control resultan de mayor utilidad los anuncios de adquisición y desarrollo tecnológico para la generación de datos e información dirigidas a la focalización del esfuerzo operativo, de investigación, anticipación y mejoramiento de los tiempos de repuesta. Es a través de estas herramientas que el alcalde puede incidir en el esquema de protección urbano y rural del Distrito.
En esta área, como en la de inteligencia artificial y análisis de datos, preocupa la poca información sobre acciones complementarias relacionadas con normas de aprovechamiento, infraestructuras, procesos de uso y organizativos para su instrumentalización, sin los cuales máquinas y sistemas lógicos carecerán de utilidad.
En confianza, los candidatos proponen el mejoramiento del Centro de Atención y Despacho, el fortalecimiento del C4, de las líneas de atención especializada - Purpura, Sofia y Calma -, así como los sistemas de información pública sobre la seguridad, la convivencia y la justicia.
Todas las propuestas dedican un espacio al desarrollo de capacidades penitenciarias y carcelarias.
Llama la atención que ningún candidato tiene en cuenta capacidades de orden militar, claves para la protección de la región y apoyar a la Policía Metropolitana cuando en eventos críticos sus capacidades son sobrepasadas. Grave olvido en momentos en los que el terrorista “Mordisco" busca controlar la cordillera oriental, fuente de agua, energía y alimentos para la ciudad región.
Si la promesa de seguridad es el eje de gobierno del próximo alcalde, amaneciendo de su elección debe pulir su promesa de seguridad priorizando sus apuestas para definir un plan concreto y cumplible de generación de capacidades.
De esa forma aumentará la posibilidad de tener victorias tempranas que lo acerquen a los ciudadanos y le ofrezcan gobernabilidad, permitiéndole crear una alianza con los bogotanos para recuperar la confianza en la ciudad y aislar a todos los enemigos de la capital